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Transformar la educación sexual en los colegios: el reto que Colombia aún no ha resuelto

Hablar de sexualidad con libertad, sin miedo ni prejuicios, sigue siendo un desafío pendiente en la mayoría de las instituciones educativas de Colombia. Cada 4 de septiembre, en el Día Mundial de la Salud Sexual, se recuerda el derecho de todas las personas a vivir su sexualidad con bienestar, dignidad y libertad. Sin embargo, en nuestro país, ese derecho tropieza con estigmas culturales, desinformación, vergüenza, machismo y un sistema educativo que aún evita abordar la educación sexual de manera integral.

Un problema aún sin resolver

La educación sexual en Colombia sigue siendo limitada, fragmentada y estigmatizada. Se reduce a lo médico, se imparte con miedo o desdén, y queda muy alejada de las preguntas reales de niños, niñas y adolescentes.
Un reciente estudio del Politécnico Grancolombiano“Mi cuerpo, nuestro cuerpo: educación para la sexualidad”— concluye que más que una herramienta de transformación social, hoy se trata como una obligación incómoda que se cumple con lo mínimo.

¿En qué estamos fallando?

El estudio identifica tres grandes fallas estructurales:

  1. Resistencia cultural: tabúes, silencios, risas incómodas y burlas refuerzan la idea de que “de eso no se habla”.
  2. Falta de capacitación docente: muchos maestros carecen de herramientas, metodologías y materiales adecuados.
  3. Escaso soporte institucional: la educación sexual pasa a segundo plano frente a materias “más importantes”, cuando en realidad lo emocional y lo afectivo marcan la vida diaria.

¿Qué necesitamos transformar?

La educación sexual no puede limitarse a prevenir embarazos o infecciones. Se requiere un enfoque integral, afectivo y transversal que incluya:

  • Consentimiento y toma de decisiones informadas.
  • Emociones, vínculos sanos y placer.
  • Identidad de género y diversidad.
  • Respeto por el cuerpo propio y ajeno.

Como señalan las investigadoras del Politécnico:

“No se trata de una charla aislada, se trata de articular conocimiento, cultura y pedagogía para sembrar otra forma de hablar de sexualidad, más cercana, más empática, más real”.

Un compromiso compartido

La educación sexual es responsabilidad de familias, colegios e instituciones:

  • Familias: deben dejar de ver la sexualidad como un tema prohibido o ajeno.
  • Colegios: no pueden improvisar; necesitan inversión en formación docente y estrategias claras.
  • Jóvenes: requieren espacios seguros para preguntar, sentir y comprender sin miedo ni prejuicios.

La urgencia de un cambio

En un país con altas tasas de embarazo adolescente, violencia de género, discriminación y desinformación sobre el cuerpo y el placer, la educación sexual no es un lujo: es una necesidad urgente.

El silencio no protege. El tabú no educa.
Lo que transforma es el conocimiento.