Pero antes de que Trump asuma el poder el 20 de enero, ese círculo habrá tenido dos meses y medio para acelerar las entregas, incluyendo los misiles ATACMS que están siendo disparados sobre territorio ruso.
En términos prácticos, esos ataques bien podrían equivaler a que en 1962, u hoy mismo, el suelo norteamericano estuviera siendo bombardeado con misiles desde la isla de Cuba.
Así las cosas, es apenas comprensible que el Kremlin haya actualizado su doctrina nuclear y considere admisible el uso de ese tipo de armamento como respuesta a tales ataques, promovidos por terceros.
Aunque, para ser un poco más cautos, los rusos han preferido, por lo pronto, utilizar algunos dispositivos novedosos como los misiles hipersónicos de múltiples cabezas que no solo son altamente devastadores sino que, precisamente por lo rápidos, no pueden ser interceptados.
Dicho de otro modo, ese círculo militar industrial ( del que, valga decirlo, no hace parte todo el aparato militar industrial de los EEUU ), está atiborrando sus arcas al incrementar la escalada del conflicto haciendo hoy lo que no quiso hacer antes de que Moscú iniciara la invasión.
Porque, claro, si Biden hubiese disuadido a Putin de invadir, instalando preventivamente en Ucrania un sistema defensivo mínimo y suficiente, el fabuloso negocio de las armas, propio de toda guerra de desgaste, no se habría producido.
Y como todos aquellos vendedores saben que en solo dos meses no se le podrá poner fin a la guerra, se apresuran a agotar existencias antes de que Trump – y – Musk ocupen la Casa Blanca y detengan esa hemorragia de recursos que ahora serán destinados a fortalecer el tejido social productivo de los Estados Unidos.
Por supuesto, eso no significará aislacionismo alguno y, mucho menos, ingenuidad estratégica.
Antes bien, se dotará a la Europa Oriental en general y a Ucrania, Moldavia y los países bálticos en particular, de un sistema disuasivo que, ahora sí, inhiba a los rusos de proseguir con su carrera expansionista.
De igual forma, se potenciarán los Acuerdos de Abraham para cohibir a Irán y se reforzarán las alianzas QUAD y AUKUS, así como los vínculos con Filipinas, Indonesia, Malasia y Singapur para marchitar las ambiciones imperialistas chinas.
En otras palabras, si una disuasión a toda prueba logra frenar guerras y, sobre todo, iniciar nuevas en Oriente Medio y el Indo-Pacífico, la Casa Blanca y su sistema de alianzas ( del que Colombia hace parte, como socio estratégico no miembro de la OTAN ) podrá dedicarse no solo a controlar las amenazas remotas sino también las próximas.
Amenazas próximas y transnacionales que, agenciadas por facciones o grupúsculos divergentes al amparo de Estados rufianes, intra y extrarregionales, afectan la estabilidad continental y opacan los esfuerzos de pacificación, impidiendo que se alcancen y se respeten los acuerdos negociados.
vicentetorrijos.com